El artículo “A tight fit” publicado el 4 de abril en el blog “Americas View” de la revista The Economist se enfoca primordialmente en problemas que surgieron al inicio de operaciones del Nuevo Aeropuerto de Quito, dejando de lado temas fundamentales que hablan de lo importante que es esta nueva obra para la ciudad y para el país entero, tales como la dimensión y trascendencia de esta obra y la calidad de la misma, tanto en la excelencia en su construcción como en las bondades de sus sistemas de navegación aérea –elementos esenciales para la operación segura de un aeropuerto.
El Nuevo Aeropuerto de Quito fue diseñado para servir a más de 5 millones de pasajeros al año –comparado a los 3.5 millones del aeropuerto antiguo. El Nuevo Aeropuerto cuenta con 35% más espacio de áreas de pre-abordaje; 33% más puntos de aduana; 60 counters de chequeo integrados y eficientes que no solo deben ser medidos por su número sino por su funcionalidad integrada. Además de esto, el Nuevo Aeropuerto cuenta con terminales de Chequeo Automático para el uso de nuestros pasajeros.
En el artículo se comete un grave y tendencioso error al aseverar que el Presidente Correa se atrasó a la inauguración del Nuevo Aeropuerto por problemas climáticos en Tababela; el helicóptero presidencial no pudo despegar por problemas de visibilidad en el viejo aeropuerto de Quito mientras que las condiciones en Tababela eran óptimas para las operaciones aéreas.
Según estudios meteorológicos llevados a cabo durante varios años, se estima que el Nuevo Aeropuerto sufrirá aproximadamente 103 horas de cierre al año debido a problemas meteorológicos, comparado con las 133 horas del aeropuerto anterior. La reducción en tiempos estimados de cierre se debe a los mejores equipos de navegación aérea y control de tráfico aéreo del aeropuerto y por su ubicación en una meseta grande.
Los beneficios tecnológicos y geográficos del Nuevo Aeropuerto permiten que las aeronaves alcancen destinos lejanos como Nueva York, Europa y otras ciudades de Sudamérica con capacidad de pasajeros, carga y combustible completa, no con “un avión vacío” como afirma el autor del artículo basado en un cuento de hadas relatado por un piloto anónimo.
Es importante recordar que el Nuevo Aeropuerto de Quito es un proyecto modular. Parte central del Contrato de Concesión de Quiport especifica la expansión programada del aeropuerto para satisfacer la demanda que el crecimiento de pasajeros determinará durante los próximos 35 años, asegurando los más altos estándares en servicios.
La aseveración de que la vía interna de acceso del aeropuerto es “uno de los pocos tramos de autopista real en todo el país” (“one of the few stretches of real motorway in the country”) es un comentario maliciosamente equivocado que echa de menos el esfuerzo inmenso del Municipio de Quito y del Gobierno del Ecuador en mejorar las vías y carreteras en la ciudad y a lo largo y ancho de todo el país.